(¿in?) aprensible
La Musa Trágica
Me callo cuando quiero gritarte que me gustas, me callo cuando tengo mucha pena, me callo cuando me da vergüenza mi ignorancia, me callo cuando me ruego a mi misma por gritar un poco de debilidad, callo mi adorada inocencia, callo mi espontaneidad, callo mis miedos, incluso callo a mi ego cuando ha sido adulado, me callo mis alegrías y callo mis pequeñas victorias diarias. Como si por una estúpida prudencia inexplicable no quisiera incomodar con esta voz ahora silenciosa. Me callo… me callo ahora mismo y me muerdo la lengua cuando tengo que reconocer esta pena que me azota algunas noches, que no tiene forma ni tiene tiempo, que algunas veces es grande como un elefante y otras mínima como una luciérnaga. Hoy tomó forma de mariposa y la vi salir de mi cabeza cuando menee la cabellera para sacarme la polera. Mientras me sacaba la prenda, y con ella sacudía los resabios de este día, la ví volando como una estela que se fue a esconder detrás de los papeles que habían en la cama. La busqué a la muy escurridiza, pero por culpa de este maldito afán de callarme, no pude gritarle nada. Ella tampoco pudo hablarme y aún nos miramos bien calladas, tratando de reconocernos entre tanta inentendible omisión. Ella me dice que en boca cerrada no entran moscas, yo le digo que ella estaría mucho mejor con una mosca que le separara los labios de una buena vez.
Me callo cuando quiero gritarte que me gustas, me callo cuando tengo mucha pena, me callo cuando me da vergüenza mi ignorancia, me callo cuando me ruego a mi misma por gritar un poco de debilidad, callo mi adorada inocencia, callo mi espontaneidad, callo mis miedos, incluso callo a mi ego cuando ha sido adulado, me callo mis alegrías y callo mis pequeñas victorias diarias. Como si por una estúpida prudencia inexplicable no quisiera incomodar con esta voz ahora silenciosa. Me callo… me callo ahora mismo y me muerdo la lengua cuando tengo que reconocer esta pena que me azota algunas noches, que no tiene forma ni tiene tiempo, que algunas veces es grande como un elefante y otras mínima como una luciérnaga. Hoy tomó forma de mariposa y la vi salir de mi cabeza cuando menee la cabellera para sacarme la polera. Mientras me sacaba la prenda, y con ella sacudía los resabios de este día, la ví volando como una estela que se fue a esconder detrás de los papeles que habían en la cama. La busqué a la muy escurridiza, pero por culpa de este maldito afán de callarme, no pude gritarle nada. Ella tampoco pudo hablarme y aún nos miramos bien calladas, tratando de reconocernos entre tanta inentendible omisión. Ella me dice que en boca cerrada no entran moscas, yo le digo que ella estaría mucho mejor con una mosca que le separara los labios de una buena vez.