Don Espiraloso, yo y el amor supremo
La Musa Trágica
Hace un par de días que llevo leyendo tus letras en silencio. Pienso mucho en eso de tu amor ideal. De tus ansias y deseos ideales.
Tu ya sabes que mis parámetros de enamoramiento son diametralmente distintos a los tuyos. Bueno en realidad no lo sabes, pero yo lo sé.
Y no es que yo quiera largarme con uno de mis latosos análisis pero quiero comentarte algo que he pensado en algunos de mis trayectos diarios, cuando comparto espacios con rostros perdidos y mentes que entre el blanco y la nada piensan de pronto en amores ideales como el tuyo. O en cualquier otra cosa que se les venga a la cabeza
Tus ansias buscan desesperadamente la huella que han ido dejando las botas (y las caderas) de una mujer posmoderna tremendamente glam como parece ser la narigona. A tu manera, con tus técnicas radicadas en palabras e historias de amor eterno, lograste que también ella pensara que quiere seguir la parábola en tu cabeza. Con cierta alegría (por ti en realidad, pensando que sonreíste cuando lo leíste) leí la forma en que ella te dijo que si era para ella lo demás ni siquiera importaba (incluyendo en ese demás todos "los demás" que invisiblemente se interponen entre ustedes).
Espero que tu corazón se haya alegrado
Seguro que lo hizo. De hecho no me has contado de ningún vómito y apostaría que cierto mérito lo tiene que la ilusión de un amor ideal mantiene pasivos a todos tus miedos.
De cierta manera, aunque me cueste reconocerlo, admiro esa ( tu ) forma de pasión. Me es demasiado extraño basar un supuesto amor en ideales silenciosos, en los tacos de unas botas, en las curvas perfectas de una caderas y en las líneas asimétricamente atractivas de una nariz. Es raro, para mi, que tus ansias se fomenten con la sombra de unas líneas infladas por la admiración muda y lejana.
Sin embargo, admiro esa forma de supuesto amor.
Admiro tu, y ahora también parcialmente de ella, determinación de construir un espacio mudo pero ciertamente cómplice entre ustedes.
Me gusta la forma en que imagino los sueños que cada noche apuesto te ven a tí besándole cada milímetro de su cuerpo y de su espíritu glam.
Pero lo que más me agrada es ver que una ilusión parece aplacar por momentos todo el resto. Entonces pienso entender de alguna manera por qué LO DEMÁS NI SIQUIERA IMPORTA. ¿y lo hace? ¿importa?
La única duda que me queda de esta ilusión idealizada es si realmente es un ansia o es una estrategia. Si se dio por pura admiración genuina o si tu mecanismo de defensa interno lo crea para protegerte de tus propios miedos.
Puede que esté pensando puras estupideces
O puede que me abrume tu forma de querer basado en -a mi parecer- intimidadores y extremos ideales.
O tal vez simplemente pensar en lo que podrías estar sintiendo me ha hecho pensar en que es lo que yo misma espero del amor supremo. Cuáles son mis propios ideales.
Si bien nuevamente percibo fácilmente las diferencias irreconciliables entre ambos personajes -tu y yo en este caso-, aunque mi sentido difusa y obligadamente práctico no me lo permita, yo también tengo un ideal (claro no le tengo nombre, ni fecha, ni frases, ni talla, ni un sillón glam dentro mío como el tuyo).
Pero los tengo...
No sabes lo que he cambiado este último año. El jueves, cuando yo caminaba a la misma hora que lo hacen putas, borrachos y hombres satisfechos, pensaba hace cuanto tiempo no siento las ansias que tú sientes ahora.
Mientras recorría las tres cuadras que separan mi departamento del suyo, ni siquiera pensaba en él. Pensaba en la última vez que amé fuerte y sinceramente, pensé en cuanto él me amó después. Me acordé de lo protegida y a la vez insegura que me sentía a su lado. El vértigo propio del amor.
Me acordé que hace demasiado tiempo me miento a mi misma con que tengo todo claro. Que puedo dominar todas las situaciones, cuando en realidad no domino nada y en el fondo estoy muerta de miedo.
Y sola, tremendamente sola. Cuando finalmente decidí terminar con mi novio, necesitaba sentir que "vivía", que tenía 23 años y no 40. Y traté de recuperar el tiempo perdido. Sexo, alcohol y rock and roll (o jazz, bossa nova y música cubana, en mi caso)
Tuve como nunca sexo por tener sexo tratando de saciar esas ganas carnales que mi cuerpo me decía tener.
Me gustó verme en otros brazos. Pero puta que me dolió saber que esa ilusión dura lo mismo que el coito y que después el frío es el mismo de antes de comenzar.
Toda esta lata es porque entonces me di cuenta que sí, que ansío como loca un amor supremo y que mi único ideal es que me ame tanto que el vértigo sea patente pero con respuesta clara.
Quiero que un día llegue. Quiero tratar de controlar mis ansias hasta ese momento y creo saber que un día, no sé si mañana o pasado o en otra galaxia, va a llegar un hombre ahora sin rostro que me va a sonreír con ternura y complicidad extrema. Y que ahí, finalmente, mi espíritu va a sentir que quiere descansar (y amar, creo que he olvidado como se siente eso).
En conclusión somos un par de ansiosos y deseosos. Y aunque canalizamos esa imperiosa necesidad de maneras distintas, el comienzo no deja de ser el mismo.
Amor supremo.
...Tienes razón, últimamente me he vuelto una exagerada.
Hace un par de días que llevo leyendo tus letras en silencio. Pienso mucho en eso de tu amor ideal. De tus ansias y deseos ideales.
Tu ya sabes que mis parámetros de enamoramiento son diametralmente distintos a los tuyos. Bueno en realidad no lo sabes, pero yo lo sé.
Y no es que yo quiera largarme con uno de mis latosos análisis pero quiero comentarte algo que he pensado en algunos de mis trayectos diarios, cuando comparto espacios con rostros perdidos y mentes que entre el blanco y la nada piensan de pronto en amores ideales como el tuyo. O en cualquier otra cosa que se les venga a la cabeza
Tus ansias buscan desesperadamente la huella que han ido dejando las botas (y las caderas) de una mujer posmoderna tremendamente glam como parece ser la narigona. A tu manera, con tus técnicas radicadas en palabras e historias de amor eterno, lograste que también ella pensara que quiere seguir la parábola en tu cabeza. Con cierta alegría (por ti en realidad, pensando que sonreíste cuando lo leíste) leí la forma en que ella te dijo que si era para ella lo demás ni siquiera importaba (incluyendo en ese demás todos "los demás" que invisiblemente se interponen entre ustedes).
Espero que tu corazón se haya alegrado
Seguro que lo hizo. De hecho no me has contado de ningún vómito y apostaría que cierto mérito lo tiene que la ilusión de un amor ideal mantiene pasivos a todos tus miedos.
De cierta manera, aunque me cueste reconocerlo, admiro esa ( tu ) forma de pasión. Me es demasiado extraño basar un supuesto amor en ideales silenciosos, en los tacos de unas botas, en las curvas perfectas de una caderas y en las líneas asimétricamente atractivas de una nariz. Es raro, para mi, que tus ansias se fomenten con la sombra de unas líneas infladas por la admiración muda y lejana.
Sin embargo, admiro esa forma de supuesto amor.
Admiro tu, y ahora también parcialmente de ella, determinación de construir un espacio mudo pero ciertamente cómplice entre ustedes.
Me gusta la forma en que imagino los sueños que cada noche apuesto te ven a tí besándole cada milímetro de su cuerpo y de su espíritu glam.
Pero lo que más me agrada es ver que una ilusión parece aplacar por momentos todo el resto. Entonces pienso entender de alguna manera por qué LO DEMÁS NI SIQUIERA IMPORTA. ¿y lo hace? ¿importa?
La única duda que me queda de esta ilusión idealizada es si realmente es un ansia o es una estrategia. Si se dio por pura admiración genuina o si tu mecanismo de defensa interno lo crea para protegerte de tus propios miedos.
Puede que esté pensando puras estupideces
O puede que me abrume tu forma de querer basado en -a mi parecer- intimidadores y extremos ideales.
O tal vez simplemente pensar en lo que podrías estar sintiendo me ha hecho pensar en que es lo que yo misma espero del amor supremo. Cuáles son mis propios ideales.
Si bien nuevamente percibo fácilmente las diferencias irreconciliables entre ambos personajes -tu y yo en este caso-, aunque mi sentido difusa y obligadamente práctico no me lo permita, yo también tengo un ideal (claro no le tengo nombre, ni fecha, ni frases, ni talla, ni un sillón glam dentro mío como el tuyo).
Pero los tengo...
No sabes lo que he cambiado este último año. El jueves, cuando yo caminaba a la misma hora que lo hacen putas, borrachos y hombres satisfechos, pensaba hace cuanto tiempo no siento las ansias que tú sientes ahora.
Mientras recorría las tres cuadras que separan mi departamento del suyo, ni siquiera pensaba en él. Pensaba en la última vez que amé fuerte y sinceramente, pensé en cuanto él me amó después. Me acordé de lo protegida y a la vez insegura que me sentía a su lado. El vértigo propio del amor.
Me acordé que hace demasiado tiempo me miento a mi misma con que tengo todo claro. Que puedo dominar todas las situaciones, cuando en realidad no domino nada y en el fondo estoy muerta de miedo.
Y sola, tremendamente sola. Cuando finalmente decidí terminar con mi novio, necesitaba sentir que "vivía", que tenía 23 años y no 40. Y traté de recuperar el tiempo perdido. Sexo, alcohol y rock and roll (o jazz, bossa nova y música cubana, en mi caso)
Tuve como nunca sexo por tener sexo tratando de saciar esas ganas carnales que mi cuerpo me decía tener.
Me gustó verme en otros brazos. Pero puta que me dolió saber que esa ilusión dura lo mismo que el coito y que después el frío es el mismo de antes de comenzar.
Toda esta lata es porque entonces me di cuenta que sí, que ansío como loca un amor supremo y que mi único ideal es que me ame tanto que el vértigo sea patente pero con respuesta clara.
Quiero que un día llegue. Quiero tratar de controlar mis ansias hasta ese momento y creo saber que un día, no sé si mañana o pasado o en otra galaxia, va a llegar un hombre ahora sin rostro que me va a sonreír con ternura y complicidad extrema. Y que ahí, finalmente, mi espíritu va a sentir que quiere descansar (y amar, creo que he olvidado como se siente eso).
En conclusión somos un par de ansiosos y deseosos. Y aunque canalizamos esa imperiosa necesidad de maneras distintas, el comienzo no deja de ser el mismo.
Amor supremo.
...Tienes razón, últimamente me he vuelto una exagerada.