2/14/2006

Sigo con los vómitos reveladores

La Musa Trágica

Ahora era rojo. Muy rojo. Por un momento temí estar vomitando mi propia sangre. Pero no, la sangre no huele de esa manera, no huele a tinto, no huele a rito. La sangre no huele a conversa larga, no huele a risa sincera, no huele a amistad, a proyecciones no fundamentadas, no huele a anhelos ni huele a ansias.
No era mi sangre, era el vino. Me quedé pasmada mirándola por algunos minutos, las formas que dejaba en la loza blanca, el contraste que producía con el resto del baño. Incluso pensé en un momento dejarla ahí, para que quedara patente lo que contiene ese color y perdure lo que conlleva ese aroma.
Pero no puedo ir patentando todo lo que me alegra por ahì, menos en mi baño, menos si es tinto vomitado.
las conversas que producen ese vino me recuerdan mis anhelos poco definidos, mis (in) capacidades, mis miedos. ¿Qué hacer con todo lo que quiero? ¿cómo se conjugan estas ansias esperando convertirse en verbo?. ¿Sangre tinto?